sábado, 7 de mayo de 2011

Se acerca el día, Córdoba me espera

Esta era la tercera vez que planeábamos viajar a Praga y es la tercera vez que no podemos ir. Ante semejante contratiempo y ya que estaba previsto en el mes de mayo, es decir, este mes... "¿coincidirá en fechas para ver los patios cordobeses?" -se me ocurrió enseguida, pues llevo tiempo queriendo ir. Nos pusimos manos a la obra y allá que vamos, coincide.


Siempre que pienso en Córdoba me viene a la memoria un poema que me ha gustado desde niña. Desde que teniendo nueve años mi vecina Cati me regaló "Canción y poemas para niños" de Federico García Lorca. Se titula "Canción de Jinete" y dice así:Estoy muy ilusionada porque, además, pasaremos dos días en el pueblo de mi madre, Cardeña, donde pasé algunos años de mi infancia y adolescencia muy felices. Y una cosa sí os aseguro, pondré en este viaje todos mis sentidos, los seis.

viernes, 6 de mayo de 2011

Repanchingarse

Antes, esta Entrada habría estado catalogada en "de todo un poco", pero he decidido cambiarle el nombre. "El Trastero" me parece más apropiado, pues es allí donde uno apila las cosas que no sabe dónde guardar.

Hoy, no sé por qué, me ha venido a la memoria una escena que protagonizamos un amigo y yo, sentados, o mejor dicho "repanchingaos" en unos sillones de un pub. Recuerdo que reímos a carcajada limpia, porque me hizo repetir como tres veces la palabra. Debía ser 1997 ó 1998.

Aquel día supe que se decía "repantigarse". ¡ay, madre! -y es culpa de ella que yo dijera repanchingarse, pues siempre lo oí así- ¡jamás pude usarla! Yo he seguido todos estos años, cabezona, repanchingándome.

Desde hace algunos años, no muchos, ya está admitida en la R.A.E y puedo repanchingarme en una silla, sillón, sofá... sin estar en desacuerdo con los ilustres señores de la Real Academia Española.

Ahora me repanchingo mucho más tranquila.

Pon un Gazpacho en tu Dieta

Cuando uno se pone a dieta piensa "Se acabó el disfrutar de la comida", pero no tiene por qué ser así. Sería un agravio para nuestra Dieta Mediterránea no aprovecharnos de ella.

Hoy en mi menú tengo para cenar 200 gr de Gazpacho (un vaso) y Merluza a la plancha, perfecto ¿no?. Aunque está el tiempo revuelto, esta noche hace calor, así que ese gazpachito me apetece mucho.

Mía únicamente es la fotografía, el gazpacho, así como la receta, me lo ha proporcionado mi madre.
Ingredientes:
* 1 kg de tomates maduros
* 1/2 litro de agua
* 1 pimiento verde
* 1 pepino pequeño
* 1 diente de ajo
* 1 cebolleta
* 2 cucharadas de aceite de oliva
* 1 cucharadita de vinagre
* 20 gr de pan
* sal
* pimienta
* tabasco







Preparación:

Lavamos y troceamos las verduras, que depositamos en el vaso de la batidora junto con el agua y el pan. Batimos los ingredientes hasta conseguir una consistencia homogénea.

Añadimos la sal, pimienta, tabasco, vinagre y aceite. Volvemos a batir.

Pasamos por el chino y enfriamos.

Yo he cortado en daditos un trocito de pepino y unos poquitos picatostes (que compro, naturales) que he añadido al gazpacho justo a la hora de comerlo, para que le de ese toque crunch tan rico.

Yo, llegada esta época (primavera-verano), no pienso renunciar a él. Y tú... ¿vas a poner un gazpacho en tu dieta?

jueves, 5 de mayo de 2011

El Secreto que esconde una Caja

He intentado buscar por la red un dibujo del cerebro y sus partes para marcar el lugar donde se encuentran esas peculiaridades en los gustos de cada uno, por ejemplo. Qué hace que nos gusten unas cosas y odiemos otras; que seamos, y valga la redundancia, de una forma de ser y no de otra ; que actuemos así y no "asao"; que recordemos unas cosas y nos olvidemos de otras. ¡Ay, los recuerdos!... ese rinconcito, en definitiva, de cada uno. Me ha sido, de momento, tarea imposible, le veo un órgano demasiado complejo.

Empezaré por hablaros en este "Rinconcito de Carmen" de mis cajas.

Me encantan las cajas. Ya sean grandes o pequeñas; anchas o estrechas; cuadradas, redondas, rectangulares, octogonales, ovaladas, alargadas; modernas o antiguas; llamativas o insulsas. No me importa, me gustan todas.

Con el ruido de rail de fondo y un ligero vaivén, pues estoy en el Metro, voy desgranando este pensamiento: ¿por qué me atraen tanto? ¿por qué no puedo resistirme a ellas?

Supongo que esa fuerza irresistible la produce el hecho de querer saber qué secreto esconden.

Cada una de mis cajas tiene una historia y, por supuesto, guarda un secreto.

Vayamos primero a la estantería de libros del salón, donde tengo varias:
La caja de arriba contenía un jamón y algunas cosillas más, en su día fue cesta de Navidad de mi cuñada, que me abastece de un gran número, pues conoce mi encantamiento por ellas.

La caja rosa contenía la muñequita (otra de mis debilidades) que hay sobre ella. Regalo de una de mis hermanas, aficionada ésta también a las cajas, y mi sobrina, en mi trigésimo noveno cumpleaños, si no recuerdo mal.

A su izquierda, el apartado clásico: una caja con un Dios griego grabado, regalo de otra de mis hermanas de su viaje a Atenas, pues sabe lo mucho que me gusta la mitología; y un violín sobre paño rojo, que me regalaron unos amigos, cuando antaño intercambiábamos regalos. Ellos sabían que tenían el éxito asegurado.


En el lado derecho, excepto la caja de la izquierda, que tiene dibujado un papagayo que compré en un tenderete dedicado a Perú en una feria de Fuenlabrada, allá por 1993, el resto.. regalo de ellos, también.
Bajo la caja rosa he situado a dos animalitos afanados en la lectura:








un pato, regalo de mi hermana -la de la muñeca-; y un ratón, que me dio mi suegra pues ella lo tenía en su estantería, escondido tras una figura, ya que no le gustan los ratones. Ambos son una monada.


A su derecha he colocado dos cajas que, no recuerdo bien, creo que se las "birlé" a mi madre, como muchas otras.
A la izquierda del pato se encuentran las que casi diria son mis favoritas, las de alpaca. El cofre, me lo dio mi cuñada -la del jamón-; la redonda me la regaló mi tía Mari, que es mi tía postiza -que diría mi sobrino postizo, jeje-, de una tiendecita preciosa en un pueblito medieval, Cordes Sur Ciel, cuando fuimos a verlos a Toulose. Corría el 2003, y eran otros tiempos; la pequeñita, un pastillero, que normalmente llevo en el bolso, pero merecía salir en esta foto y una mención. Era de mi madre y a su vez perteneció a la suya, es decir a mi abuela.
Dirijámonos ahora a uno de mis lugares favoritos, el sofá, donde las arrugas de la tela delatan que hacer "tumbing" y "zapping" en él son mis deportes preferidos.
la situada a la izquierda de la lámpara me la dio un amigo para que le dejara en paz, de tan harto le tenía de pedírsela; la de la derecha lleva grabado mi nombre. Me la regaló mi madre mi cumpleaños pasado. Está hecha a semejanza de una suya, que se me había antojado, seguro que para que no se la "birlara" (cosa que nunca fue mi intención, ya que no nos llamamos igual)


Por último, y no por ello menos importante, vayamos al rincón, propiamente dicho, de mi salón.






Al lado del tigre, una caja que conseguí en una subasta familiar, para recaudar fondos a una de mis sobrinas que se iba de acampada; una verde y alargada (que apenas se ve), que tiene dibujos de unos hombres montados a caballo luchando, me la trajo un amigo de Turquía; y la más grande, que tuvo que ser restaurada, es la caja de mi abuelo. La heredé algunos años después de su muerte, pues cuando ésta aconteció era yo aún muy joven. Tenía 14 años, y ya de antes le tenía echado el ojo. Ahora adorna un importante rincón de mi casa.





Para acceder a este espacio de lectura (si bien es cierto que es más decorativo que otra cosa) es necesario subir unas escaleras, de madera, que en sí es una caja -en realidad, muchas-

Confieso que en cuanto entré a la tienda de muebles, supe que la escalera sería mía.




Nada más por hoy.
- Y... ¿qué guardas en ellas -me pregunta la señora del asiento contiguo, que no ha parado de leer lo que escribo y, sospecho, ha dejado pasar su estación
- ¡ssssssssh!... es un secreto -y se lo cuento muy bajito
¡Bienvenidos a mi rinconcito!