jueves, 23 de junio de 2011

Carta nº 1: Córdoba, lejana y sola

Madrid, a 25 de junio de 2011
Mi estimado Sr. García Lorca,
Soy fans suya desde que, con 9 años, me regalaron sus "Canciones y poemas para niños", libro que conservo como oro en paño. De todos ellos siempre me pareció fascinante esa "Córdoba, lejana y sola" por la que comienza mi viaje.

Espero, Don Federico, no se enoje conmigo por no viajar en jaca, sino en coche. En estos días que corren somos jinetes modernos, aguerridos escritores, fieros usuarios de Internet, que ya no usamos plumas, ni tinteros, ni papel.
¡Cómo ha cambiado el cuento!" -pensará usted. El ordenador y la wiki son nuestras armas ¡ay, mi ilustre poeta! ¡Sin ADSL no somos nada! Y, si bien cierto es, confieso usar ambas pues es herramienta útil. Usted léame atento que yo procuraré ser sutil, que a Córdoba, Cardeña y su Granada natal fui, de vacaciones, e intentaré narrarle los detalles y comentarle mis sensaciones.

Parecía cumplirse algún tipo de profecía, cuando en la A-4 un tráiler casi se nos echa encima. Me pareció oírle recitar sus trágicos versos:

¡Ay qué camino tan largo!

¡Ay mi jaca valerosa!
¡Ay que la muerte me espera,

antes de llegar a Córdoba!


Mas no pasó del susto y seguimos nuestro camino. Por campos teñidos de rojo amapola y verde vid atravesamos La Mancha, para pasar, una vez superado Despeñaperros, al verde olivo y verde oliva de Andalucía. En esta ocasión fue le viento quien me trajo sus versos:


Arbolé, arbolé


seco y verdé.


La niña de bello rostro

está cogiendo aceituna.

El viento, galán de torres,

la prende por la cintura.

Pasaron cuatro jinetes,

sobre jacas andaluzas.

Con trajes de azul y verde,

con largas capas oscuras.

"Vente a Córdoba, muchacha."

La niña no los escucha.

Pasaron tres torerillos

delgaditos de cintura,

con trajes color naranja

y espada de plata antigua.

"Vente a Sevilla, muchacha."

La niña no los escucha.

Cuando la tarde se puso

morada, con luz difusa,

pasó un joven que llevaba

rosas y mirtos de luna.

"Vente a Granada, muchacha."

Y la niña no lo escucha.

La niña del bello rostro

sigue cogiendo aceituna,

con el brazo gris del viento

ceñido por la cintura.

Arbolé arbolé

seco y verdé.

No es de extrañar pues que a Montoro, por ejemplo, le llamen "Tierra de olivos", aunque yo por lo que más le recuerdo es por sus níscalos y pinos.


Al toro y a Don Alonso Quijano le dan relevo el Tío Pepe y un asno, especie que desaparecerá si no cuidamos con esmero; al Dúo Dinámico y Fórmula V de antaño, Riki López y Joaquín Sabina; al cassette, un Cd-mp3; y... ¿al arte de la escritura? pues también, hoy se estila el Windows XP.


Un tráfico espantoso y grandes vías nos llevaron al hotel, en una calle angosta y sin aceras, como aperitivo de la maravilla que se nos presentaría: calles estrechas y empedradas; casas blancas de cal, con patios adornados de tradición, que me acercaron a gratos recuerdos de botijos, pozos, escaleras, sillas y lavaderos.



























































Uno parece estar en un patio gigante, tal cual lucen los balcones y las mismísimas calles, desde la del Romero al Callejón de las Flores





Encontré este rincón que al instante me sedujo. Sus farolas, sus macetas, sus ventanas. Me hechizaron sus colores como por arte de embrujo.





















Me gustó ver este apellido marcado en calles y letreros. Es muy de mi familia, el "Romero".














A la Calleja de las Flores fuimos dos días ¡hay que ver qué días tan distintos!
El primero opté por llevarme un imán para mi frigorífico.











El segundo, pude fotografiar exactamente lo mismo que sujetará mis listas de compras y olvidos.





Vimos muchos y hermosos carros de caballos. Paseando por el lateral de la Catedral-Mezquita, uno blanco, precioso, que me salió descabezao.
Avanzamos hacia la Torre y entramos, sin ánimo de pedir perdones, por la Puerta del Perdón, almacen de religiones, imposible imaginar a Córdoba sin ella.

























¡Ni sin sus naranjos!. En el mismo patio de su sombra y olor disfrutamos.









Su incomparable grandeza le hace a uno viajar en el tiempo, cuando se pasea por la judería. Puedes caminar por sus calles de leyenda -la de los siete Infantes de Lara una de ellas-; o seguir frases misteriosas en paredes para convertirlas en meta.

El Sr. Murphy hizo de las suyas e impidió que viéramos los Alcázares Cristianos y el Julio Romero de Torres, debiéndonos conformar con el de Bellas Artes, pero con Medina Azahara, gracias al recepcionista amable, le salió el tiro por la culata.
Me decepcionó el Puente Romano con su baranda y papeleras, y no digamos la Torrre de Calahorra con sus farolas, ¡tremendas!

Me fascinó la belleza de sus plazas: la Corredera, que tanto me recordó a la Plaza Mayor madrileña; la del Potro, aún con su fuente tapada; la de las Cañas; o la de los Capuchinos con su Cristo de los Faroles.



















Saqué de esta plaza la parte que me gustó, Sr. Lorca, ¡no sé qué les ha dado con las farolas! Al igual que las del Puente Romano y la Calahorra ¡un fiasco!





Una vez más ejerció de tapadera, Carlos, con cuyo cuerpo ocultó una fea papelera; y por una vez me gustó cómo el sol se filtraba, aunque de cara, como siempre, me cegara.



Es bonito de día...






...Encantador de noche













A la hora de comer, yo soñaba con reencontrarme con los caracoles y su olor a hierbabuena; festín para el paladar más exquisito los sabores cordobeses: desayunando un cafelito al fresco de la mañana, con su pan, tomate, jamón y aceite. A gustito, repandchingados en la terraza; y al caer la tarde, lo dicho, que no falte una de chicos en cualquier chiringo de la calle.

Al rico salmorejo, mazamorra, cordero sefardí y, como no, el rabo de toro, se le suman las tapas a tu antojo: chorizos, croquetas, berenjenas a la miel o gambas vestidas de patata; si bien no son muy diestros en el arte de tirar cañas, siempre se acierta en la elección del fino, pues como reza el slogan "ésta es bien sencilla, o moriles o montilla".







¡Ah! y le tengo que contar a mi madre que las regañás están de vicio.








Con Fino o con Cerveza, de día o al caer la tarde, el cordobés acostumbra no acostarse sin antes tomarse un vaso de chicos; o de grandes;ya sea con la cocción de hierbabuena o en salsa picante.



Lo comen tanto niños como padres, o dos turistas madrileños, recordando viejos tiempos.








Ese olor a comida de la judería convive con el perfume a azahar de los naranjos. En mi bolsillo una sola hoja hizo contentarse a mi nariz, que asomaba por allí de vez en cuando, y, aunque los naranjos no estaban en flor, Sr. Lorca, yo imaginé en ellos lavando a la Lola, cuando paseando por la calle San Fernando vi, junto a uno, una hermosa fuente:





















Bajo el naranjo lava
pañáles de algodón.
Tiene verdes los ojos
y violeta la voz.

¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!

El agua de la acequia
iba llena de sol,
en el olivarito
cantaba un gorrión.


¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!

Luego, cuando la Lola
gaste todo el jabón,
vendrán los torerillos.

¡Ay, amor,
bajo el naranjo en flor!


si bien, seguramente esos torerillos serían de Sevilla; con un olor menos grato, orín y boñiga de caballo, en algunas callejuelas por donde pasan los carros; con el aroma de tés y shishas de las teterías; con flores y más flores de calles y balcones; con la tradición... por cierto, uno de los patios ganadores tenía un limonero.








No quería yo despedirme sin hablarle de esta escena de sillas a las puertas de las casas, aún siendo bares.


Me recordó tiempos mozos al fresco del empedrado de la calle, en verano, comiendo pipas y altramuces.




















Soñé que el otro día usted me preguntaba: entonces, ¿qué te gustó más de Córdoba, Carmela? Y yo le respondía: sus calles, sus gentes, sus costumbres, sus ferias.
Sin otro particular, salvo esperar le haya gustado y devuelto el recuerdo, me despido.
Siempre suya,
Carmen




P.D.: Le dejo un enlace de una página de viajes, donde también escribo, para que eche un vistazo a más fotografías. El mundo digital... ¡otra maravilla!
http://www.viajeros.com/diarios/cordoba-2/carta-naa-1-cordoba-lejana-y-sola

10 comentarios:

  1. ¡¡¡ Qué ilusión cruzar Despeñaperros y contemplar los verdes de los olivos!!!
    ¿Te has fijado que hermoso es este árbol? Aquí en mi jardín tengo cuatro y los conozco bien.Las hojas duras, fuertes como una lanza de color verde gris por el haz y más pálido por el envés.Siempre tiene hojas y resiste mucho.

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  2. Me encanta cómo has planteado este artículo en forma de carta. Si pudiera leerla su destinatario, seguro que le gustaría mucho.
    ¿Crees que sería bueno que le comprara ya este libro a mis nietos ( 4 y 7 años), o son aún muy chicos?

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  3. Eridnia, qué bonita descripción de ese callejear por esas calles !!!Y lo de Romero, qué casualidad.
    Las fotos muy bonitas.
    Mañana sigo, que me reclama mi prole.Eso te pasa por escribir cartas tan largas y no podemos comentarlas de un tirón. Quiero hacerlas poco a poco. Besitos.

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  4. Querida Elvireta, ¡¡qué feliz soy de poder comentar contigo!!
    Los olivos siempre me llamaron la atención. Antes íbamos mucho por allí y me atraía su aspecto -aún lo siguen haciendo, es evidente, ajajajaja- Me quedaba largo tiempo mirándolos. Con 17 años dije algo acerca de ellos en clase de Literatura y a mi profesor le encantó, pero nunca lo maduré. Ahora ha sido el momento, he completado la "poesía" y en el siguiente capítulo la pondré.
    Me alegra que te guste tanto como a mí este árbol y que, además, puedas disfrutar de él. Yo aprovecho cuando vamos en bici a la Vía verde del Tajuña, que es donde más los veo.

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  5. ¿De veras crees que a Don Federico le gustaría? Me alegra enormemente que lo pienses, porque tenía serias dudas de hacerlo así, no fuera a parecer una falta de respeto. A veces creo que mi forma de hablar puede no ser la correcta. Lo que pasa es que una vez que se me hubo ocurrido, ya no pude sacarme la idea de la cabeza y bueno, he intentado ser lo más respetuosa posible.

    En cuanto al libro, está genial. Al menos en la editorial que yo tengo,labor bolsillo juvenil,vienen unos dibujos chulísimos y páginas en blanco para que el lector se explaye.
    He leido en las pastas que es de 6 a 12 años. A mi siempre me ha parecido que algunos de sus poemas, para niños, para niños... no son, pero creo que perfectamente pueden empezar con él. Además... ¡¡teniendo una abuela como tú!! ¿qué más se puede pedir? Es la combinación perfecta.

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  6. Ver el "Romero" por todas partes fue estupendo, porque piensas "desde luego, aquí están mis orígenes".
    Tenemos que volver para callejear más tranquilamente, pues tener tan poco tiempo para ver los patios, sin conocer las calles,nos hizo ir un poco a matacaballo el primer día y se nos hizo horrible -no de feo, si no de rápido-, y hay que callejear con calma.
    Esto fue el sábado. El domingo y el lunes ya estábamos calmados y en lugar de ver patios -había demasiada gente- nos dedicamos a disfrutar de la ciudad, y así conocerla un poco más. Cuando volvamos ya podremos saborearla plenamente.

    ¡Cómo me enrollo! ajajajaja. Espero no resultarte una pesada.
    Muchos besos,

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  7. ¡¡Qué gracioso lo de Carlos tapando las papeleras!!!Es una idea estupenda, voy a copiártela.
    Lo de las farolas de diseño a veces se pasan; aquí en el pueblo donde vivo ha pasado igual.

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  8. Ahora mismo me he comido un "pa amb tomaquet" con jamoncito y aceite del bueno, repanchingada, pero no en un sofá, sino delante del ordenador.
    He visto en tu foto lo de los caracolillos en un vaso. Lo vi en Arcos de la Frontera, allí los tomaban a todas horas. ¡Lástima que a mi no me gustan nada los caracoles!
    ¿Qué son las regañás?

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  9. ¿Qué me ha gustado más de Córdoba, Carmela? Tu relato, muy bonito. Espero el próximo.

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  10. ay, sí, la idea de poner a Carlos tapando cosas es genial: en la Torre de Hércules, en A Coruña, le puse tapando un cubo de basura y me quedó una foto chulísima. Cuando le digo "¡ponte!", siempre me dice "a ver, ¿qué quieres que tape?", ajajajajaja. ¡jo! algunas veces sólo quiero que salga, ajajajajja.

    Ay ¡qué rico el "pa amb tomaquet" (aunque no sabía cómo se decía, y siempre digo "pan tumaca":) -no sé si aquí saldrán esas caritas amarillas sonriendo...-

    las regañás son como una especie de colín, pero en aplastado, muy crujiente y sabroso -he colgado una fotografía- ya sabes por aquello de que "para muestra un botón".

    De veras que me alegra un montón que te guste, estoy liada con el próximo, pero ahora tengo poco tiempo. No tardará en salir, está en el horno.

    Besotes,

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